Desde Chile, un colaborador habitual de Godard!, Joel Poblete, nos envía una entrevista a la actriz italiana Adriana Asti. Una conversación sobre sus trabajos, recuerdos, Visconti, Buñuel, sobre el Bernardo Bertolucci actor y esposo, y, por supuesto, sobre mucho cine.
Por Joel Poblete
Adriana Asti tiene 78 años, pero una lidez lozana. Con ella, comeinza a hablar de Antes de la Revolución, la aclamada película que estelarizó para Bernardo Bertolucci. "Han pasado muchos años ya, fue una gran experiencia, era la segunda película de Bernardo. El creía en esta revolución, creó esta revolución que después terminó siendo real y palpable; en la película la idea de esta revolución era muy dramática y también sentimental y muy romántica. Era más que nada una aspiración que él tenía, que terminó convirtiéndose en una obra maestra, de hecho yo creo que es su película más bella, y para mucha gente también lo es, porque es la realización de una gran aspiración, no es la realidad; los artistas y los directores inventan, y él inventó algo que era su gran sueño".
Y sobre su personaje: "Yo no creía en esa revolución, era un personaje femenino, más concreto, muy sentimental porque estaba muy enamorada de este muchacho, pero no tenía la misma aspiración del protagonista, que finalmente era una aspiración muy viril y adolescente a la vez. Y como persona, yo creo que lo que Bernardo hizo era extraordinario, con ese guión, o con la música… estaba ese argentino extraordinario que luego hizo carrera, con el que nos hicimos muy amigos, Gato Barbieri, un músico grandísimo".
-La música del film es maravillosa, porque además están Morricone, Gino Paoli e incluso Verdi...
Era un film hermoso, fue verdaderamente un trabajo que después ha permanecido en la historia del cine.
-Es un trabajo que incluso visto hoy refleja mucha libertad visual y narrativa… ¿hubo mucha improvisación durante el rodaje?
Sí, hubo mucha improvisación, casi todo el trabajo actoral fue improvisado. Por ejemplo, en mi caso recuerdo la escena en que juego con los anteojos cuando íbamos al funeral, o la llamada telefónica… cada día era inventado, no estaba escrito en el guión.
-¿Y a veces ve sus películas del pasado?
No las veo nunca, porque mi pasado me aburre profundamente, me gusta más el pasado de los demás (se ríe).
-Pero es un pasado bello…
Sí, ¡pero es pasado! Yo nunca siento nostalgia, siempre tengo una sensación de interés por lo que viene, nunca por el pasado.
-Usted trabajó con tantos directores que hoy son leyenda, llegó en un momento preciso.
Todos eran muy distintos, eran artistas de gran talento, que desgraciadamente no han tenido sucesores que permitan una renovación del cine italiano, los directores de hoy son menos inspirados. Y quizás no es culpa de ellos, es en verdad un momento cultural más bajo y menos favorable en Italia, la gente es más tonta.
-Pero ha trabajado con algunos que han destacado, como Marco Tulio Giordana en La mejor juventud…
Sí, es un artista muy sensible, pero es una excepción, de hecho tiene mucha nostalgia de esos tiempos, de la era dorada del cine italiano, él sabe que fueron años muy importantes, algo que muchos directores contemporáneos ni siquiera saben, o incluso no han visto los clásicos.
-Quizás al llamarla a usted para el personaje de la madre, fue una suerte de homenaje a ese cine de otros tiempos…
Me dijo que quería que yo participara ahí porque esa familia era como una estirpe que simbolizaba a la Italia de las últimas décadas. Es un rol bello y dramático…
-Como siempre en las películas italianas es un papel donde la madre aparece como un importante y fuerte apoyo afectivo para los hijos…
Claro, aunque lamentablemente su ayuda no fue suficiente, porque uno de ellos elige tirarse por ventana… Pero de todos modos es una bella película, muy inspirada, creo que es la que más me ha gustado de las que ha dirigido…
-Volviendo a los directores con los que ha trabajado, ¿cómo fue filmar con Pasolini? (trabajaron en Accatone y en Cosi come le nuvole, con las marionetas)
¡Ahhh! (se alegra mucho) Era un genio, una persona tierna, exquisita. No era el típico cineasta, era un poeta. Pude trabajar con él y conocerlo muy bien, porque Bernardo era su asistente.
-La gente a veces tiene una imagen de él muy dura o severa…
¡No, no! Era tierno, dulce, bueno y tímido, era un amigo adorable. Y al ser un poeta, era muy atormentado, pero resolvía sus tormentos filmando, no era de los que simplemente se conforman con quejarse, finalmente era positivo, y su tormento se convertía en arte. Hizo algunas pruebas para Fellini, por si éste podía producir una de sus películas, pero Fellini dijo “uff, este hombre no filmará nunca nada, ni siquiera dos metros de película”. Fue un cretino, ¡pero era también un gran cineasta! (se ríe).
-Visconti…
Muy bello trabajar con él, era fascinante, poderoso. ¡Era muy, muy atrayente! Todos estaban enamorados de él, los hombres, las mujeres, los viejos, ¡a todos! No sólo trabajé con él en cine, también hice cinco espectáculos teatrales. Era milanés como yo, y era un gran fascinador. Nunca más he visto a alguien como él.
-Y trabajar con Buñuel:
Curiosamente, diría que se parecía mucho a Pasolini. Era muy especial, no era el cineasta tradicional, con esa autoridad de quien tiene el poder… no. No le interesaba el poder, porque ya lo tenía. Era extraordinario verlo trabajar, también era un poeta como Pier Paolo. Tenía un gran sentido del humor, era muy alegre, un español muy bizarro. No hacía muchas improvisaciones, pero sí preparaba mucho el set: todos estaban de rodillas delante suyo, porque todos sabían que era un grandísimo director e imponía un gran respeto. Le encantaba hacer muchas bromas durante el rodaje, tomaba algo de la escena y lo sacaba, decía “¡acción!” y luego interrumpía para decir sobre el objeto que había movido, “¿y dónde está lo que estaba aquí?” Era muy especial, a menudo uno se encuentra con directores que son banales, porque no todos son poetas ni grandes artistas, ¡no por ser director necesariamente se es un gran artista!
-Y con Bertolucci, ¿están en contacto?
¡Sí, somos muy amigos, hablamos siempre! De hecho, está celoso de Woody Allen, es muy envidioso de los otros cineastas.
-Nuevos proyectos:
Hace muchos años que vivo en París, y recientemente hice un film con Andre Techiné, que se estrenará este año y donde también actúan André Dussolier, Carole Bouquet. Es la primera vez que trabajamos juntos, es un gran director, muy refinado y típicamente francés. Es un hombre difícil, un poco misterioso (se ríe), no es muy abierto, tiene muchas dudas y se guarda muchas cosas en su interior. Esperemos que sea una bonita película.
-¿Ve películas, va al cine?
Sí, como vivo en París puedo estar actualizada con los nuevos estrenos, pero no encuentro demasiadas películas memorables. Además, por el teatro no tengo tanto tiempo, este trabajo es muy absorbente, no se puede ir tanto al cine. Eso sí, puedo decir que tengo un mito, un director que me gusta más que nadie: Woody Allen. Daría lo que fuera por trabajar con él, sus películas son maravillosas. La última vez que lloré, hace pocos días, fue una noche en un cine en París viendo una vez más Manhattan, con la escena en que empieza a pensar en cosas que hacen que valga la pena la vida… ¡y no suelo llorar en el cine! Así que si ve a Woody Allen, ¡dígale que quiero trabajar con él! (se ríe).
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