jueves, 26 de agosto de 2010

Pantalla Pinamar 2010 (Segunda Parte)

Por Fabián Sancho - Corresponsal desde Argentina para Godard!

Pantalla Pinamar cuenta con una sección conmemorativa en la cual se rescatan filmes de varias décadas atrás. Para esta edición 2010, la elegida fue La Patota película de 1960 dirigida por Daniel Tinayre. A cincuenta años de su estreno recibió una bandeja de plata la protagonista, Mirtha Legrand (viuda del realizador Tinayre).


Hay películas que el paso del tiempo no las cambia en absoluto, algunas como los buenos vinos mejoran y otras quedan fuera de tiempo o envejecen… mal. A éste último caso pertenece La Patota. Ya en 1960, una crítica publicada en la revista “Tiempos de Cine” por Víctor Iturralde Rúa descubría sus falencias. La historia de unos jóvenes patoteros que ven pasar todos los días a una prostituta y cierto día deciden violarla resulta hoy en día más inconsistente que hace cinco décadas.

El argumento es el siguiente: Una mujer de buena posición económica es maestra en una escuela nocturna por su vocación de servicio. Mientras vuelve de su trabajo unos jóvenes le cubren con la cabeza con una bolsa y proceden a violarla (la confunden con una prostituta del barrio). Los muchachos cuando se dan cuenta de su “error” huyen. Ella acepta el hecho y el hijo concebido en esta circunstancia. Los violadores resultan ser alumnos de ella en la escuela nocturna y uno a uno van arrepintiéndose. Finalmente uno confiesa, ella (como buena católica) perdona. En un momento de extravío la protagonista está a punto de morir arrollada por un tren. Los mismos que la habían ultrajado le salvan la vida pero pierde a su bebé en gestación. Se reconcilia con su padre y se casa con su novio. Fin.

Parafraseando a Iturralde Rúa: Un filme que opta por el realismo ¿cómo puede plantear una historia así? ¿No era más sencillo que los jóvenes le pagaran a la prostituta? En el momento de la violación ¿por qué le tapan la cabeza? ¿Para que el guión justifique el “error”? Los muchachos son tan malos que trabajan de día y estudian de noche. El guión escrito por Eduardo Borrás era viejo ya en 1960. Los “patoteros”, por aquellos años ya no eran los que tenían trabajo y estudiaban para cumplimentar sus estudios. La familia de una perfecta unidad católica y tradicional se ve sacudida por este hecho y todo va…para bien, una resolución infantil y banal. Más allá de las acartonadas actuaciones de Mirtha Legrand, José Cibrián y Milagros de la Vega, entre otros, La Patota es una película que solamente se deja ver por su valor histórico y…nada más.

En Pantalla Pinamar 2010 las producciones argentinas que sorprendieron gratamente fueron El Hombre de al Lado dirigida por Gastón Duprat & Mariano Cohn y Lucho y Ramos de Leonardo Fabio Calderón.

El Hombre de al Lado


El primer caso es una ficción que trata el caso de Leonardo un diseñador industrial, famoso, políglota, snob y soberbio que vive con su mujer y su hija preadolescente en una casa famosa por haber sido diseñada por el ícono de la arquitectura Le Corbusier. Su vida transcurre monótonamente entre clases en la Universidad, proyectos de diseño y buenos vinos. Todo va sobre ruedas hasta la aparición de un vecino (el famoso “hombre de al lado”) llamado Víctor, posible vendedor de autos usados, rústico, prepotente, vulgar a más no poder, la antítesis de Leonardo. Con la excusa de “atrapar unos rayitos de sol", abre una ventana que da justo a la propiedad del petulante diseñador. El enfrentamiento entre ambos a causa de la ventana deriva en insospechadas reacciones y el prefecto Leonardo comienza a desnudar sus imperfecciones, sus falencias y su falta de “humanidad”.

El guión escrito por Andrés Duprat no muestra un enfrentamiento blanco y negro sino que muestra uno “manchado”, en varios tramos del filme el espectador no sabe a cuál de los dos personajes prefiere. La búsqueda de “unos rayitos de sol” termina con la pérdida de la seguridad y la visualización de una oscuridad ya existente pero explicitada sobre el final. Ya no quedan dudas; quien vive en la casa de único diseño en Argentina es quien provoca la oscuridad. El personaje de la esposa del diseñador se comporta como una especie de Lady Macbeth suburbana presionando una y otra vez a su pareja. La hija de los profesionales, una preadolescente hastiada, es la única que mantiene una buena relación con Víctor. El momento en que un ser humano puede sentirse más a la deriva es también un instante en el que los sentimientos fluyen, sin riendas ni bozales y la empatía con alguien en la misma situación de indefensión (a pesar del aspecto rudo) es resultado garantizado.

Rafael Spregelburd compone a un Leonardo frío, distante, por momentos insoportable, por otros digno de lástima. Daniel Aráoz muestra a un Víctor por momentos gracioso, a veces temible, también en algún pasaje insoportable y en otros digno de lástima. Por más que sean opuestos son complementarios y el movimiento en ambos es constante. Formalmente nuevamente la dupla Cohn y Duprat juegan con las imágenes y las locaciones. Encuadres casi televisivos alternan con otros abiertos y extraños (el plano de Víctor saliendo por la ventana que ha abierto y enfrentándose a Leonardo es un encuadre dentro de otro encuadre). Este tipo de acierto formal ya había sido explotado en su anterior filme El Artista (recordar el plano donde la cámara se planta en el lugar de una pintura y vemos a todos los asistentes a la muestra desfilar ante nuestros ojos). De la misma forma que descubrieron un nuevo tipo de televisión (recordar que son los creadores de Televisión Abierta), los realizadores están trabajando sobre otro tipo de cine. Y no es poco.

Lucho y Ramos (Estamo Como Queremo)

Cierta vez, un señor (el realizador Calderón) que vivía en la Ciudad de Buenos Aires fue a vivir a la Ciudad de Villa Gesell, a metros del Mar Argentino. Una vez se topó con un guión escrito por Isabel Capello. Éste narraba una historia que transcurría en un piso 20 en una torre de departamentos en la Ciudad de Buenos Aires y de noche. Este guión interesó a Leonardo Fabio Calderón y a los productores Mónica Roza y Carlos Piwowarski. Comenzaron a reunirse para llevar a cabo el proyecto y, para ello, viajaron varias veces entre Buenos Aires y Villa Gesell. En determinado momento alguien dijo “¿por qué no lo hacemos directamente en Villa Gesell?”

Villa Gesell, ciudad turística por excelencia, en otoño muestra su mejor cara. Alguien musitó “¿por qué no lo hacemos de día? Y que se vea el mar”. De esta forma el equipo de producción buscó una torre que tuviese por lo menos veinte pisos de altura, con una igual a su lado y con un departamento desde el cual pueda verse el azul mar gesellino... Y así quedó. Y vió Leonardo Fabio Calderón que era bueno y allí comenzó su trabajo.

La historia es la siguiente: Ramos, un hombre distinguido que vive en un elegante departamento venido a menos (por su situación económica su hábitat está prácticamente vacío) se encuentra al borde del suicidio. Atosigado telefónicamente por su esposa, de apoco se prepara para su salto al vacío. Es en este momento que entra Lucho, un ladrón despistado, un verdadero pibe chorro amante de la “cumbia villera” que intenta robarle. Al no tener nada para llevarse comienza una extraña relación entre ambos. Lo que comienza como un atraco común se transforma en una relación de camaradería, como si fueran dos compinches. Aparecerá la amante de Ramos, confundirán vía televisión una situación de toma del edificio con el hasta ahora “inocente” intento de robo. También está la aparición de “La Tere” la bizarra “novia” de Lucho, policías, medios de comunicación y la esposa de Ramos.

El actor marplatense Favio Posca se mete en la piel de Lucho sin concesiones, con gracia y simpatía genera un química inmediata con Raúl Calandra (un cabizbajo y vencido Ramos que recupera su dignidad luego de las horas que pasa con el asaltante). María Fernanda Callejón interpreta con soltura a la amante de Ramos. Completan el elenco un sorprendente Luís Carlucci, el transformista de la Troupe Star, que desde hace veinte años realiza el espectáculo más taquillero de la escena Villa Gesell, como La Tere la “novia” de Lucho. Los actores también geselinos Susana Milano, Pablo Stocco y Fernando Brunet cumplen destacada labor.

Como ocurría con El Hombre de al Lado, en Lucho y Ramos (Estamo Como Queremo) los dos protagonistas comienzan como antagonistas y finalizan como complementarios. La diferencia es que en el primer caso Leonardo no acepta ser el “malo” sino que el imperfecto debe ser el “otro” y así obra. En el segundo caso Ramos acepta a Lucho y gracias a esta relación puede sobrevivir… por lo menos un día más.

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